El celular se ha convertido en una herramienta indispensable e infaltable en el mundo actual, casi como llevar la ropa o las llaves, por tanto, un objeto que no se puede olvidar porque se entra en un considerable caos. Según encuestas realizadas en Suramérica, como la del INDEC (2018), sobre el acceso y uso de las tecnologías de la información y comunicación, en 2017, se registró que más del 80% de las personas usa un teléfono celular y el número de horas invertido al día es de aproximadamente 7 horas, siendo los jóvenes en edad universitaria los que representan el mayor porcentaje de uso, aunque la media de edad inicial es de 12 años.
Lo consumimos tanto, que enajena nuestro diario vivir, ¡y sí! se convierte en una extensión de lo cotidiano para jóvenes y adultos, y tal vez de una manera indiscriminada, de los niños. Las personas mayores se han obligado a usar este dispositivo tecnológico y cambiar la manera de desarrollar sus actividades diarias, actualizando las formas de hacer lo que era más dispendioso: hacer filas en los bancos, enviar correspondencia, o hacer compras únicamente en tiendas físicas; además de otros usos que solucionan parte de los intereses de las personas, como las agendas, el calendario, la cámara fotográfica, la radio y otros medios de información y aplicaciones que informan, resuelven las necesidades de comunidades y focos de interés.
Son muchos los beneficios que obtenemos con el celular, como se ha mencionado, la simplificación de los tiempos y el hacer de algunas actividades cotidianas, educativas, laborales, financieras, entre otras. Dicha versatilidad convierte a este dispositivo en un objeto muy atractivo, sin embargo, también ha traído malestar y consecuencias negativas debido a su mal uso, considerando principalmente el tiempo de permanencia en éste y el uso indiscriminado de redes sociales o juegos en línea.
En las adicciones modernas, la adicción a la tecnología, principalmente a los videojuegos, computadoras y celulares, ocupa un puesto relevante en el marco de los consumos adictivos, mostrando una posible dependencia asociada al uso excesivo y persistente del celular, lo que disminuye espacios y tiempos en las relaciones interpersonales y familiares, generando una desconexión afectiva con las personas que compartimos la cotidianidad.
Además de posibles adicciones, la manipulación constante de los equipos puede ocasionar alteraciones osteomusculares, ya sea por sobreuso o movimientos repetitivos de las manos para subir y bajar la pantalla o para digitar; por el mantenimiento de una posición durante un tiempo prolongado, generando así en algunos casos de adormecimiento de muñeca y dedos, o dolor e inflamación en el cuello. El problema como tal empieza por la inclinación de la cabeza para mirar la pantalla, lo que provoca una gran presión en esta zona.
A esto se suman las alteraciones visuales por la demanda y exposición de luz del equipo, como también, situaciones asociadas al contexto en el que se use. Es frecuente escuchar que solo por llevarlo en el bus o mientras se camina en la calle, hay mayor riesgo a la integridad física y mental por situaciones de hurto.
Por tanto, valdría la pena preguntarnos cada cuanto tomamos el celular para mirar la hora, revisar una notificación o quedarnos en las redes sociales; si tenemos buenos o inadecuados hábitos del uso del celular, entendiendo como hábito algo que se instaura por la continua repetición de la acción en el día a día; si estamos en tiempos de tomar conciencia de que la vida misma dependa de estos equipos; entre otras preguntas.
¿Cómo podemos controlar o autogestionar su uso?
Existen aplicaciones, tanto pagas como gratuitas, que permiten controlar el tiempo que usamos las redes sociales y nuestras Apps favoritas en el celular. Mediante estadísticas en tiempo real, estas herramientas permiten administrar los tiempos de uso de nuestros dispositivos móviles con la posibilidad de crear algunas restricciones.
Algunas aplicaciones son: Quality Time, Your Hour, Checky, Quantum, Antisocial, Tiempo de pantalla o Forest. El propósito de esta última es dejar de lado el celular mientras hacemos otras actividades, de forma lúdica. Cuanto más tiempo estemos sin tocar el celular, una semilla crecerá hasta convertirse en un árbol. Si salimos de la aplicación, este árbol envejecerá y morirá. De esta manera, si se hace uso controlado del celular, al final se tendrá un bosque entero.
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