Anteriormente ganar tiempo se consideraba como: “guardar momentos para uno mismo” (bruckner, 2000), sin embargo, hoy ganar tiempo es acabar cuanto antes de hacer las cosas, participar de un dinamismo siempre a punto, siempre preparado para una próxima actividad. En el caso de los niños esto no es diferente, vivimos en un contexto donde la presión en torno al rendimiento escolar en todos los niveles ha aumentado, y la importancia del esparcimiento se ha venido perdiendo de vista, dando mayor importancia a aspectos de orden conceptual y pensando en la competencia por posiciones sociales y/o laborales.
Se debe tener claro que la principal ocupación que desempeñan los niños es estudiar y jugar, sin embargo, en la actualidad, ¿Los niños si están realmente jugando? ¿Cuentan con espacios de tiempo para el ocio y juego? Aunque se ha ido avanzando en comprender la importancia del ocio y el juego en sus vidas, no solo para promover el aprendizaje, sino también para el desarrollo de la capacidad de negociar, de reestablecer su equilibrio emocional, de resolver conflictos y de tomar decisiones, entre muchas otras, sigue siendo necesario brindar más información a los padres para que sean capaces de generar ambientes con equilibrio ocupacional dentro de sus hogares.
La definición del ocio se puede resumir como “conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse de manera completamente voluntaria, sea para descansar, divertirse, desarrollar información, formarse desinteresadamente y/o participar socialmente, tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares o sociales”. (Puing y Trilla, 2000).
Según, Puing y Trilla (2000), en su libro Pedagogía del Ocio, definen el ocio como un tiempo que debe reunir como mínimo 3 condiciones, las llamadas 3D: descanso, diversión y desarrollo. Debe partir siempre de la decisión del individuo, como una de las áreas de la ocupación, no es algo que se debe hacer si no algo que se puede hacer. En definitiva, el ocio es estar libre de la necesidad de estar ocupado (De Grazia, 1966).
Cuando se realiza una tarea con el fin de divertirse la atención debe dirigirse no al objetivo de la actividad sino, a su proceso de realización, a las sensaciones que produce, no se trata de descuidar que toda actividad parte de un objetivo principal, si no de situar a este en función de su proceso, de la situación vivida y de la satisfacción inherente que aporta.
El derecho al esparcimiento, juego y ocio está explícitamente mencionado en el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989). Se requiere de tiempo para que el niño pueda utilizarlo como se le parezca, este puede ser un espacio para la interacción con la familia y/o amigos o para estar solo, así como un espacio para desarrollar habilidades físicas, intelectuales, creativas y emocionales. Por lo tanto, se fundamental en que el buen uso de este tiempo contribuya directamente al bienestar actual y futuro de los niños, ya que permite la madurez emocional, cognitiva y social, y es justamente durante este tiempo que desarrollan actividades que los ayudan a definir su identidad y a construir una vida autónoma.
No existe un patrón idóneo de actividades de esparcimiento, puesto que es algo totalmente subjetivo, además las actividades en sí mismas son dinámicas y evolucionan a lo largo de las etapas de desarrollo en la que se encuentra cada niño. Wagman et al (2012), plantea el concepto de equilibrio ocupacional como la percepción o experiencia subjetiva que tiene el propio individuo acerca de tener la cantidad adecuada de ocupaciones, la correcta variación entre las mismas y la satisfacción del tiempo dedicado.
Teniendo clara la información anteriormente expuesta, es fácil concluir que es un derecho de nuestros niños contar con espacios de juego y esparcimiento dentro de sus rutinas, y no debe ser únicamente importante el factor académico, resultando imprescindible promover su participación en actividades que sean de disfrute pleno, que generen sensaciones de descanso, diversión y desarrollo de habilidades.
A continuación, se ofrece un listado de consideraciones importantes para poder hacer un adecuado uso del tiempo en temporada de vacaciones:
Referencias
1. Moruno, P y Romero, D. (2006). Actividades de la vida diaria. Masson Barcelona. 388-397.
2. EL derecho del tiempo libre en la infancia y adolescencia. Boletín de la infancia y adolescencia. Número 19, agosto de 2016 ISSN 1816-7535
3. ONU (Organización de las Naciones Unidas) (2013), Observación general Nº 17 (2013) sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento, el juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes (artículo 31).
4. Pavez, María Isabel (2014), “Los derechos de la infancia en la era de Internet. América Latina y las nuevas tecnologías”, serie Políticas sociales, N° 210 (LC/L.3894.
5. Wagman P, Hakansson C, Bjorklund A. Occupational balance as used in occupational therapy: A concept análisis. Scan J Occup Ter. 2012; 19:322-327.
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