De acuerdo a un estudio realizado por la Academia Americana de Médicos de Familia (AAFP) al menos el 25% de las personas mayores de 50 años experimentan pérdida auditiva y el 50% de los mayores de 80 la padecen. Si bien la pérdida de la audición se hace más notoria en los rangos de edad mencionados anteriormente, el uso de audífonos y la contaminación auditiva a la que estamos expuestos diariamente ha llevado a que niños y jóvenes padezcan de algún tipo de pérdida auditiva.
En ese sentido, según un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association en el 2011, reveló que el uso de auriculares y/o audífonos ha llevado a un aumento importante en la prevalencia de la pérdida auditiva en adolescentes y adultos jóvenes. Por su parte, la Asociación Americana de Osteopatía afirma que 1 de cada 5 adolescentes experimentará algún tipo de pérdida auditiva, lo que representa una tasa aproximadamente 30% más alta que hace 20 años.
Ahora con la irrupción del Covid-19 y muchas personas obligadas a realizar sus labores desde casa, el uso de dispositivos como audífonos es más frecuente, aumentando el factor de riesgo de sufrir la pérdida del escucha.
Ya sea teletrabajando, escuchando música o viendo una película la clave está en el volúmen. Los audífonos o auriculares tienen la capacidad de reproducir niveles de sonido bastante altos y esto es peligroso porque los ruidos fuertes, en general dañan el sistema auditivo.
Esto sucede porque cuando las ondas sonoras llegan a nuestros oídos, hacen que el tímpano vibre. Esta vibración se transmite al oído interno a través de varios huesos pequeños, y de allí llega a la cóclea. La cóclea es una cámara llena de líquido en el oído que contiene miles de pequeñas fibras. Cuando las vibraciones sonoras alcanzan la cóclea, el líquido dentro de ella vibra y hace que los pelos se muevan. Los sonidos más fuertes causan vibraciones más fuertes, lo que hace que los pelos se muevan más.
Cuando nos exponemos a ruidos fuertes por demasiado tiempo, estas células ciliadas pierden su sensibilidad a la vibración. Muchos de estos ruidos hacen que las células se doblen causando lo que popularmente se conoce como sensación de pérdida auditiva temporal.
Estas células pueden tardar en recuperarse de las vibraciones extremas pero en algunos casos, nunca lo hacen. Esto conduce a una pérdida auditiva definitiva. Este tipo de daño auditivo inducido por el ruido es casi imposible de recuperar. No existe cura para reparar un oído interno dañado.
El oído humano puede escuchar sonidos bajos como susurros y estos tienen una intensidad de 20 decibeles (dB). Por su parte, un sonido fuerte como el de un avión está entre los 140 y 180 dB.
Lo que sucede con los audifonos es que con el tiempo los sonidos que emiten hacen que las células ciliadas de la cóclea se doblen demasiado. Si no tienen tiempo para recuperarse, el daño puede ser permanente.
Sin embargo, los auriculares no tienen que estar a volúmenes muy altos para causar algún daño en los oídos. Incluso, escuchar a un volumen moderado puede dañar la audición con el tiempo. Esto se debe a que la audición se altera no solo por el ruido, sino también por el tiempo de exposición. Esa es la misma razón por la que ir a un concierto o usar herramientas eléctricas ruidosas puede producir una pérdida auditiva tanto como un disparo o explosión mucho más fuerte. El tiempo al que exponemos nuestros oídos es tan importante como el volumen.
Para hacernos una idea, los audífonos con los que vienen los celulares a un volumen del 100% pueden alcanzar los 112 decibeles, lo que puede provocar daños auditivos en minutos. Los mismos auriculares con un volumen del 60% pueden llegar a los 80 dB, lo que los hace seguros para escuchar durante varias horas.
Debemos tener en cuenta que los decibeles disminuyen con la distancia: cuanto más cerca esté de la fuente de un sonido, más fuerte será. Por esta razón, muchos
audiólogos y expertos en audición recomiendan los auriculares que se colocan sobre las orejas en lugar de los modelos intrauditivos o que se deben introducir en el oído. La distancia puede reducir significativamente el riesgo de causar algún daño en el oído.
Dicho esto, las medidas que debemos tomar para evitar la pérdida de la audición son:
El cambio más importante que puede hacer para proteger su audición es bajar el volumen de sus dispositivos. La pérdida auditiva inducida por el ruido es causada principalmente por la exposición a ruidos muy fuertes. Limitar su exposición puede proteger sus oídos.
La mayoría de las personas escuchan los auriculares a un volumen alto para ahogar otros sonidos. Una buena manera de bajar el volumen de un dispositivo y proteger los oídos es usando auriculares con cancelación de ruido. Estos auriculares bloquean el sonido externo, permitiéndonos disfrutar de música o videos a un volumen más bajo sin distracciones.
Como mencionamos anteriormente, los audiólogos recomiendan el uso de este tipo de audífonos ya que éstos aumentan la distancia entre los tímpanos y los altavoces, lo que reduce la posibilidad de pérdida de audición.
Además de bajar el volumen, otra manera de proteger nuestros oídos es reduciendo el tiempo de exposición. Una buena regla general es la regla 60-60: no escuchar a más del 60% del volumen máximo durante más de 60 minutos.
Los problemas auditivos suelen aparecer a cierta edad pero en ocasiones pueden darse por causas hereditarias o accidentales. En general, las causas más comunes de la pérdida auditiva son:
Muchos de estos trastornos se dan en el sistema vestibular que está formado por partes del oído interno y del cerebro que procesan la información sensorial relacionada con el control del equilibrio y el movimiento ocular. Cuando por enfermedad o lesión estas áreas se ven afectadas se genera lo que se conoce como desorden vestibular. Este desorden también puede producirse o agravarse por factores genéticos o ambientales.
Aquellas personas que tengan problemas en el oído interno pueden experimentar uno o varios de los siguientes síntomas:
En ocasiones, las personas afectadas con alguno de estos síntomas son percibidas como personas faltas de atención, perezosas, ansiosas, incluso pueden tener problemas para leer o realizar operaciones matemáticas simples.
Ante esto es indispensable acudir a un audiólogo, pues es él quien tiene todas las herramientas para tratar estos problemas y evitar que los daños sean mayores o permanentes. Además de estudiar la audición, los audiólogos tienen la potestad de diagnosticar, tratar y rehabilitar los trastornos auditivos y los desórdenes vestibulares.
Si estás interesado en una carrera como audiólogo, puedes iniciarte en la profesión de la Fonoaudiología o Terapia de Lenguaje, para después especializarte en Audiología, ya que esta profesión de base, te permitirá estudiar todos los trastornos de la comunicación.
La audiología permite que los estudiantes puedan especializarse en pacientes específicos como niños, ancianos o personas con sordera o sordera profunda. Además de tratar los problemas del oído,
los audiólogos a menudo educan a los pacientes sobre formas de minimizar las molestias y mejorar la comunicación a pesar de la pérdida auditiva.
Estas ramas de la ciencia y de la salud, si bien no tienen el protagonismo de otras, son fundamentales para tratar a las personas con problemas leves o serios de audición y como mencionamos al principio este tipo de enfermedades ahora son más comunes por el uso de dispositivos como los audifonos y a la contaminación auditiva a la que estamos expuestos.
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