Desde la terapia ocupacional se reconoce al ser humano como un ser integral en el desarrollo de sus habilidades, a través de esto y relacionándolo con el desempeño de sus ocupaciones tanto de manera individual como colectiva, se logra evidenciar la importancia de mantener actividades de juego en el día a día de las personas. Independientemente de su edad, sexo, religión o situación sociocultural, se hace fundamental que a diario las personas puedan tener un equilibrio entre sus actividades de trabajo, ocio y descanso, esto con el fin de resguardar su salud mental y mantener un balance entre las funciones cerebrales que permiten la liberación de neurotransmisores necesarios para la regeneración celular.
El juego se puede considerar una conducta subjetiva que suele incluir aspectos como el placer, la espontaneidad y el sentido del humor, para que una actividad sea considerada un juego, esta debe ser elegida libremente y sin tener expectativas puntuales por cumplir, ya que el fin mismo debe ser disfrutar el momento.
La infancia es comprendida entre los 0 y los 12 años, en ésta etapa el juego debe ocupar gran cantidad del tiempo del niño ya que le permitirá explorar, experimentar y cometer errores, estas situaciones facilitan el desarrollo de habilidades cognitivas y metacognitivas, pero si la conducta de juego es limitada o invalidada, es posible que el infante se muestre pasivo y a la expectativa de que otros resuelvan por él, incluso mostrándose desmotivado y con poca confianza en sus habilidades.
La adolescencia comprende edades entre los 12 y 18 años y es un periodo donde gran parte de las habilidades de la persona ya se encuentran consolidadas, pero otras permanecen en proceso de maduración, dentro de estas se pueden mencionar: las habilidades socio-emocionales y el funcionamiento ejecutivo. En la actualidad los adolescentes se han visto presionados a cambiar su modo de jugar, pudiéndose ver más expuestos a pantallas y a la moda, sin embargo es de importancia continuar reforzando el juego libre, ese que promueva la creatividad, puesto que estas conductas permiten consolidar valores, conocerse a sí mismos y potencializan el autoestima, por otro lado también facilitan el desarrollo de habilidades sociales mediante el trabajo en equipo, el respecto, seguimiento instruccional y la comunicación asertiva.
En la adultez las conductas de juego con facilidad disminuyen, ya que se le da mayor importancia al trabajo y los deberes del hogar, sin embargo, se hace necesario retomar esta actividad a modo de lograr un equilibrio en las actividades diarias, entendiendo que aportan beneficios a nivel cerebral como lo es el mantener las habilidades cognitivas (especialmente se habla sobre funciones como la atención y la memoria), mejorar las funciones físicas como el tono muscular, la coordinación y la velocidad de reacción, así como emocionalmente generan sensaciones de placer, relajación y encuentran un propósito desinteresadamente en la inversión de ese tiempo en uno mismo.
El juego es considerado una ocupación importante en las diferentes etapas de la vida y gracias a el se desarrollan gran cantidad de nuestras funciones sensoriales, motrices, cognitivas y socio-emocionales. Es por lo anterior que la terapia ocupacional en su objeto de estudio da un papel fundamental a aprender mediante actividades lúdicas que faciliten la creatividad y la exploración de los entornos de forma espontánea, a esto se le llama terapia de juego o terapia mediada por el juego.
A continuación, encontrará una propuesta de actividades que pueden desarrollarse dependiendo del grupo de edad en la que se encuentre la persona:
Referencias:
OConnor k.J, Shaefer C. E(2017). Manual de terapia de juego. Segunda edición, Bogotá, Colombia. Editorial El Manual Moderno.
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