Por: Elizabeth Quintero Giraldo.
Soy Elizabeth Quintero Giraldo, fonoaudióloga de la Escuela Colombiana de Rehabilitación y especialista en Audiología de la misma universidad, viviendo y ejerciendo mi profesión en New York, Estados Unidos.
Cuando escuché por primera vez hablar del coronavirus a finales del 2019, lo sentí como un virus que sólo le correspondía a China y que nunca nos iba a tocar a nosotros, en cuando las noticias se encargaban de contarnos el desarrollo y rápido contagio de este virus por Europa a inicios de este año, yo aún seguía pensando que los comentarios eran un poco amarillistas y muy alarmantes para mi gusto, seguía pensando que `eso` se quedaría por allá.
Por mi parte siempre me sentí muy segura de vivir en un país potencia mundial al cual una pandemia como esta nunca lo afligiría… sin embargo los rumores prontamente comenzaron a llenar nuestros corazones de miedo e incertidumbre, y un día a principios del mes de marzo, comencé a ver a todas las personas con tapabocas y guantes y los supermercados con gente comprando y abasteciéndose como si fuera el fin del mundo… pensé entre mí: ¿me pongo a tono o sigo pensando que eso no me va a tocar?
En el momento que hay el reporte del primer contagiado en New York, por cierto, a 20 minutos de mi casa, las cosas comenzaron a cambiar a un ritmo inimaginable, un día estaba trabajando; dando mis servicios de terapeuta en las casas de los niños, mis hijos en la escuela, niños en el parque, gimnasios repletos de gente, etc. y al otro día todo estaba cerrado: mi trabajo, el trabajo de mi familia y amigos, la escuela de mis hijos, los restaurantes… y así… New York la ciudad que nunca duerme… ahora duerme y no sabemos hasta cuándo… Dejé de creer que sólo era yo la persona la que pensó que esto no nos correspondía, creo que para los altos mandos de este país también lo fue y ha sido todo un reto el manejo de la situación de salud del país.
Mi trabajo como fonoaudióloga en este país se ha considerado como un servicio esencial, y aunque se nos prohibió dar nuestras terapias en las casa o escuelas de los niños, se nos ha permitido trabajar desde nuestras casas, ahora entramos en la era de la Teleterapia y la telesalud (Telehealth), el sistema de salud, al cual pertenece el programa al que trabajo, rápidamente creó las regulaciones para que esto se lleve de la mejor manera, pues insisto, a todos nos agarró desprevenidos, de esta manera seguimos ofreciendo ayuda a los niños con necesidades especiales y a los padres de éstos.
¿Que si ha sido fácil? Pues quiero contarles que NO, no lo fue. al principio tuvimos que leer y hacer talleres online para capacitarnos y entender cómo funcionaría, luego contactar a los padres para que ellos autorizaran los servicios por videollamada y explicarles cómo funcionaba. Todo esto en cuestión de 3 días.
Las primeras llamadas fueron un reto de parte y parte… para mí como terapeuta y para los papás quienes ahora tendrían un rol diferente. Al principio pensábamos cómo íbamos a mantener la atención de un niño con necesidades especiales en una videollamada, pero cuando se cambia el chip de la teleterapia y te das cuenta que no es mantener al niño frente a la pantalla sino hacer un entrenamiento a los papás para que ellos guíen la sesión con las sugerencias del terapeuta, las cosas funcionan mejor. Para no hacer más largo este tema, quiero compartir con ustedes algunos Tips desde mi experiencia durante 4 semanas con la teleterapia y otros recopilados de las capacitaciones recibidas:
En conclusión: la teleterapia en tiempo de aislamiento nos ha permitido renovarnos, cambiar, actuar, dejar la rutina, aprender, mantenernos activos profesionalmente, seguir ayudando a los niños y sus familias y mantener nuestros ingresos, económicamente hablando, por otro lado, mis hijos se han sensibilizado y han visto la importancia del trabajo de mamá.
Seguimos en cuarentena, pero siendo mejores profesionales, aprendiendo a renovarnos y trabajar mejor, pero en especial siendo mejores personas que en medio del confinamiento aprendimos a valorar lo que tenemos.
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